Introducción
El linfoma adrenal es una patología rara, que puede ser secundaria en el 25% de los linfomas no Hodgkin (LNH) y primaria en el 1%(1). Es bilateral en el 75% de los casos y usualmente cursa sin enfermedad metastásica al momento del diagnóstico (2,3). Los síntomas clínicos más frecuentes son constitucionales, tales como: fiebre, diaforesis nocturna, pérdida de peso, dolor y fatiga; en aproximadamente el 50% de los casos se asocia con síntomas de insuficiencia adrenal. Predomina en el sexo masculino y la edad promedio de presentación es de 62 años ref{4,5}. El diagnóstico definitivo es histopatológico, pero al requerir un procedimiento invasivo está asociado a complicaciones y mayor morbilidad. No obstante, las modalidades de imagen como la tomografía por emisión de positrones con 18-fluoro-2-desoxiglucosa (18F-FDG PET/TC), la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) han demostrado ser útiles en la diferenciación entre masas adrenales benignas y malignas, permitiendo diagnosticar, estadificar, monitorizar la respuesta al tratamiento y detectar recurrencias(6,7,8).