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Evolución de pacientes trasplantados renales con gamagrafía renal basal para la evaluación del injerto

Discusión

En nuestro hospital se realizaron 107 trasplantes renales a pacientes adultos durante el periodo comprendido entre enero de 2010 y diciembre de 2011. De estos pacientes, se constató que sólo 32 contaban con un estudio gammagráfico de función renal. Es decir, sólo al 29.9% se le realizó un radiorrenograma basal, estudio que nos permite disponer de un parámetro de referencia a fin de analizar la evolución de la función renal de los injertos, como lo describen Tulchinsky et al(6). En efecto, en caso que los pacientes trasplantados sufran una complicación durante el postoperatorio, este estudio nos orienta hacia un diagnóstico según el patrón gammagráfico que se represente, además de ser de gran utilidad para el control evolutivo.

No se encuentran estudios descriptivos de este tipo en nuestro país, aunque se han realizado investigaciones sobre el trasplante renal y cómo mejorar su supervivencia como el trabajo de Zegarra et al(7), aunque no se consideraron dentro del protocolo los estudios de Medicina Nuclear. Sin embargo, fueron Barba et al(4) quienes realizaron un estudio de similares características, abarcando una población de 413 pacientes trasplantados, todos ellos con gammagrafía renal de base.

El hecho de que en nuestro estudio hubiera un número tan reducido de pacientes que contaran con radiorrenograma basal en relación al total de sujetos trasplantados, se debe en gran parte a una falta de coordinación por parte de los distintos servicios a fin de incluir este estudio en el protocolo de evaluación postoperatoria. Parece necesario estandarizar la inclusión de un estudio gamagráfico renal dentro del protocolo, dado que de todos los pacientes a los que se realizó el radiorrenograma basal, 75% (24/32) presentaron complicaciones como eventración, fistula urinaria, necrosis tubular aguda, rechazo agudo, infecciones, estenosis ureteral e hipertensión renovascular. Estas fueron diagnosticadas tempranamente y pudieron ser tratadas a tiempo, sin pérdida del injerto renal. Los resultados son similares a los demostrados por Zambrano et al(9) y Barba et al(10), quienes evaluaron las complicaciones del trasplante renal y su efecto sobre la supervivencia del injerto.

Si bien los resultados del radiorrenograma basal mostraron que en la mitad de los casos el mismo fue patológico, observamos que sólo a un 44% de pacientes se le realizó un segundo estudio de seguimiento y de estos el 79% fueron nuevamente anormales. Dada la baja radiación a la que se expone el paciente y el hecho de que no exista ninguna contraindicación absoluta, creemos que podría realizarse un estudio de seguimiento sistemático periódico y en todo caso que se presente una situación especial que lo amerite. De este modo no solo estaremos llevando un registro de los contratiempos y evolución del injerto, de gran utilidad para la conservación del mismo como lo demuestran Russell et al(11), quienes incluso llegan a hablar de predicción de supervivencia del trasplante renal.

Paralelamente se analizaron los resultados de laboratorio; hemos usado la creatinina sérica como parámetro funcional de referencia, tomando el valor previo al trasplante, el valor al alta post trasplante y el de su último control. Este parámetro también fue utilizado por Reuter et al() en su estudio en ratas para evaluación de rechazo agudo de injertos renales usando 18F-FDG PET.

Sería de gran interés realizar un estudio similar al presente con una mayor casuística y un seguimiento a largo plazo para confirmar la importancia del estudio gamagráfico en el paciente trasplantado renal e incorporar el método al protocolo de evaluación postoperatoria.